lunes, 14 de abril de 2008

Frases de "El Camino de los Ingleses"


Arranca el verano a la orilla de una vida y de un verano, descubristeis que vuestro corazon puede ser una casa vacia o un acera por donde solo de tarde en tarde pasa la fortuna, que vuestro corazon vuele lejos[...] levantemos pues el telon a la vida de los incocentes


Saltemos al vacío para recordar el vértigo de otro tiempo...


Jamas vimos las costas de Africa


Despues seguiremos teniendo un otoño lluvioso, amigos del corazoon y del tiempo, pero ahora nos toca la recompesa del dulce sol. Aprovechen sus rayos, y como el cielo, amigos del tiempo, abran su pecho a la luz. Es nuestra vida, es nuestro tiempo.


Llueve. Lueve, y la lluvia nos lleva a lo intimo, a la mano sobre la mano, al corazon junto al corazon.Los cielos lloran por nosotros, con nosotros, queridos amigos de las ondas y los dias.


Hay va miguelito, sin su riñon derecho.


Arranca el verano, suban queridos amigos de las ondas radiofonicas, suban al carrusel, no se pierdan ninguna vuelta de la noria. Saltemos al vacío para recordar el vértigo de otro tiempo, todavía los sueños eran un latido de vuestro corazón, la seda del aire os acariciaba la piel, si arranca el verano y ellos aún piensan que desde ese camino perdido de los ingleses alcanzarán una suma de gloria, piensan que desde allí verán las costas de África, el otro lado del mundo.


En el centro de nuestras vidas hubo un verano. Un poeta que no escribió ningún verso, una piscina de cuyo trampolín saltaba un enano con ojos de terciopelo y un hombre al que una noche se lo llevaron a las nubes. Los días cayeron sobre nosotros como árboles cansados.


Una palabra es un pájaro en mitad de una página. Es el infinito. Tú eres una palabra en medio de una hoja en blanco y puedes volar hasta donde quieras. Vuela. Vuela antes de que la página pase o el cielo se oscurezca. Antes de que sea de noche


No, nunca, desde ninguna terraza, desde ningún mirador, ni faro ni azotea, vimos las costas de Africa. Pero allí, detrás del horizonte, siempre intuimos el fulgor de lo desconocido. El reflejo de la vida que, quien sabe, quizas jugando en otra ruleta, habríamos podido alcanzar.

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